lunes, 29 de diciembre de 2008

EL PECADO DE SER TEÍSTA

Nunca un velo más oscuro ha cegado a la humanidad, pues no existe otra forma de creer una falacia que apagar el criterio, algo que por siglos ha sido la inspiración de enfrentamientos no solo ideológicos, o qué pensaría un soldado cruzado que envaina su ensangrentada espada?
No creo que Moisés o Noé se imaginaran que esa ceguera se convertiría en un negocio redondo, tan rentable como dañino, y a la vez envidiado por la contabilidad de cualquier transnacional, posiblemente un curso de economía les hubiera sido útil, una materia de dominio actual para un religioso, pues la parte más esperada de la misa es la colecta de la limosna, así lo delata la mirada atenta del cura.
Como cuentos obsoletos y sin sentido podremos ver a las costumbres de los griegos adorando a Zeus o de los Incas ofreciendo sacrificios al Sol. No encuentro diferencia cuando un hombre bebe vino en un ritual convencido de beber la sangre de su Dios, otras formas de canibalismo ya ha visto la historia.

Más allá de cualquier divergencia ideológica, bajo la cobija de la libertad de creencia lo correcto es respetar a quien discrepa con nosotros (una cortesía que se le olvida profesar a la Biblia). Qué inútil es ese argumento cuando en su nombre se engaña a quien tambaleante de convicciones lo permite.
Enumerar las falencias de las sociedades sería una tarea infinita, pero no se puede negar que el racionalismo ha permitido el avance que el misticismo nunca alcanzará (o tal vez lo haga en otra existencia). Seguramente no encontraremos a dos personas que piensen exactamente igual, pero si estamos conscientes que las religiones son un monumento al engaño, por qué nos minimizamos a espectadores?
Nunca un velo más oscuro ha cegado a la humanidad, dejémoslo en el sitio que se merece: el tacho de la basura –Milton Merizalde-